Fiestas patronales de Bercianos
de Valverde
Pregón
Buenas tardes y bienvenidos.
No es necesario que me presente;
en el pueblo, todos nos conocemos.
Hoy, atendiendo la invitación de la Comisión
de Festejos y con el solo espíritu de colaboración, me encuentro aquí, ante
vosotros, para contaros y recordar retazos de la historia, de la forma de vivir
de nuestros ascendientes.
El filósofo
griego Aristóteles dijo: “El que no sabe lo que sucedió antes de nacer él,
sería siempre un niño”.
Muchas veces
no conocemos la
vida, las costumbres
y tradiciones, la
historia de nuestros antepasados,
porque nadie no la contó o, sencillamente, porque la vamos olvidando.
Yo tengo cosas que guardo en la memoria, de otras me he
informado ya que, como sabéis, soy una más de los tantos que tuvimos que salir
a otros lugares para ganarnos el sabroso pan de cada día sin tanto sacrificio,
sin tanto esfuerzo.
Si
el Señor nos obligó a “ganar el pan con el sudor de la frente”, estas gentes
nuestras lo ganaron concretes, no solo con el sudor de la frente, sino el sudor
de todo su cuerpo.
Es
bonito conocer la historia de nuestros antepasados, conocer como vivieron y
cuan importantes fueron dentro de su gran sencillez.
Duros
tiempos de lucha, para sobrevivir y muchas enseñanzas que nos dejaron para esta
vida que se parece a una noria que sube y baja. Eran felices con poco, a veces con
casi nada.
En
los días que vivimos, cuando la noria baja, tal vez nos serviría volver los
ojos al pasado, coger las llaves de sus enseñanzas y echar a andar buscando
nuevos caminos.
Tal vez no podamos evitar que los pájaros de la tristeza
sobrevuelen nuestras cabezas ante las contrariedades; pero sí podemos evitar
que aniden en nuestro corazón.
Aquellas
gentes también necesitaban un mínimo de descanso para reposo del cuerpo y meditación para el alma. De
ahí sus
celebraciones festivas, sus tradiciones costumbristas.
Como
considero que es bueno que nada quede oculto bajo el silencio del olvido, deseo
exponer recuerdos que mantengo, ya un tanto lejanos de las costumbres de las
gentes de nuestro pueblo.
Las
veladas en las largas noches
invernales, a la lumbre, calor entrañable del fuego, calefacción natural, gente
reunida en torno a la chimenea, a la luz del candil, del farol, del carburo o de las velas, cuando aún no había luz eléctrica. Tejían, cosían, hilaban. Se
departía de la vida y sus momentos de alegría o de tristeza. Del buen o del mal tiempo;
se contaban historias cotidianas.
Se compartían el pan y el vino cosechados de la tierra.
Se cantaba y bailaba. Se rezaba
el rosario. Se hacía música con morteros, almireces, tapaderas, sartenes,
cucharas, botellas. Todo servía para alegrar la velada. Sin radio ni televisión convertían
en amenas y entrañables las largas noches invernales.
La
lumbre, con el trashoguero, cocina sana en pucheros o típicos potes o asados a
las brasas; sin olvidar los guisos extraordinarios de fiesta en las “enciscadas” cazuelas de
Pereruela. El gallo, la gallina, quizá cordero… todo criado en la casa. Sentados en torno
a la mesa, se iban cogiendo tajadas de la misma fuente o cazuela. Bendecían y, a veces, graciosamente recitaban:
Dos vengáis
Y si venís tres
No os caigáis
La matanza
también se convertía en fiesta con invitados, familiares y amigos y el pastor. De comida rico cocido con los
“pesturejos” del año anterior y ¡¡simbólica cazuela de Pereruela!!
El
segundo día, a deshacer el cerdo, las mejores tajadas, a la brasa y a compartir
con los vecinos algo de matanza.
En la vendimia las simpáticas y
pícaras lagaradas.
Los carriles
de paja sigilosamente hechos en la oscuridad de la noche,
delatores de idilios
amorosos.
El
bello ramo cuajado con las mejores cerezas que, en la mágica noche de San Juan,
el novio colocaba en lo más alto posible de la casa o en la ventana de la mujer
amada.
A
veces también ramos de flores y, a veces, tan anónimamente que nunca se sabía de quién se trataba.
La Iglesia
afirma que es útil y saludable invocar a los Santos y tributarles culto
público. En Bercianos el 17 de enero, especial
culto a San Antonio. Se procesionaba y se
ofrendaban productos del cerdo y del campo como limosna.
Se iban colocando en una cesta y posteriormente se subastaban y
compraban los vecinos.
El 20 de enero, Fiesta de los Santos Mártires Sebastián
y Fabián. Misa cantada por el
pueblo; procesión por las calles convertidas por entonces en auténticos
barrizales. Portaban a los Santos Mártires hombres y mujeres al hombro
sobre un paño blanco y la
plegaria en los labios: “Benditos Mártires, libradnos de pestes y enfermedades”
Novena a la Virgen del Rosario.
La
novena, dice la Iglesia también, que es una de las mejores maneras de honrar a
los Santos. Se estudian sus virtudes, se medita en los ejemplos de su vida y se
les pide su intercesión para nuestras necesidades.
En Bercianos
es muy importante la novena a la Virgen de Rosario. Se celebraba
y celebra, aunque más sencillamente, para el día de la Ascensión: Novenario de rosarios; misa; versos recitados
por las niñas; ramo; roscas y loas cantadas por mozas ataviadas con trajes regionales. Versos
escritos generalmente por “poetas” o “poetisas” del pueblo. (Aquí siempre ha
habido y sigue habiendo, poetas, poetisas y singulares artistas)
Tal vez alguien recuerde los que decían:
Virgen
Santa del Rosario
unas roscas te
ofrecemos,
una carta prueba de amor
y afecto que te tenemos.
No es oferta de Rey,
ni tampoco de
Señora,
es una oferta pequeña
de unas niñas labradoras.
Importante fecha para Bercianos,
San Pelayo, nuestro patrono.
Joven
Santo que dicen fue encontrado en la laguna de San Pelayo ya desaparecida.
Preside la iglesia en lo más alto del retablo; En estos momentos, en el taller
en proceso de restauración. Pronto, las hábiles manos que lo tratan, nos lo
devolverán en todo su esplendor. Es
una bellísima talla de autor desconocido quien supo plasmar en su obra las
maravillas atribuidas al Santo: Belleza, pureza, ternura, candor angelical,
fortaliza de espíritu…; Está vestido elegantemente a la usanza mora.
Tal
cúmulo de cualidades
se hicieron patentes entre los musulmanes. El mismo Abderramán III mandó que se lo llevaran a su presencia y le ofreció
vivir suntuosamente, lleno de honras y riquezas, si renegaba de Cristo y
reconocía a Mahoma como verdadero profeta. La negativa valiente de Pelayo, enfureció
al Emir y mandó someterlo a crueles martirios, danto su vida por Cristo el 26
de junio del año 925. Que el Santo Mártir nos proteja siempre.
Santiago Apostol, patrón de España.
Todos a las
eras por la
mañana. Los hombres
al agua del
Castrón, con talegas
y talegotes; las mujeres y los niños fuera con calderos y a meter en
ellos los peces que salieran….. Eran otros tiempos….
Labraban
la tierra para airearla por ambos lados. Los arados tirados por vacas, burros o
mulas. Los surcos rectos como rayos.
El sembrador esparcía los granos
con la mano a puñados y paso a paso.
Cuando
el cereal estaba seco, allá a finales de junio, comenzaba la siega, con hoces,
también a mano. Los manojos amontonados en morenas, dando paso al acarreo. Con
el carro cargado con hasta 3 vueltas
hacia las eras. Allí las medas, la trilla, la parva
esperando al viento, el peje, el muelo y a veces a dormir en las eras para cuidarlo,
a la luz de la luna y al frescor de la noche.
Los granos a las paneras
y después hasta
el molino para triturarlos y convertirlos en blanca harina que
hacendosas mujeres, una vez pasada por el cedado, transformarían en el rico “pan nuestro
de cada día”. Hasta el
molino,
horas de camino, noches de espera y ecos de “picarescos cantares” en los ue
siempre aparecían o el molinero o la molinera. ¡Dios sabe por qué!
…. El Molinero que está en las
afueras…
¡¡Bien ganado
estaba ya un poco de descanso y diversión!! Nada mejor que la gran fiesta, la fiesta de la Virgen del Rosario.
Fue el Papa Pío V quién instauró su fecha, el 7 de octubre, aniversario de la victoria en
la Batalla de
Lepanto, donde las
fuerzas cristianas, al
mando de Juan
de Austria, derrotaron a los
turcos en el año 1571.
Pío V, promotor
de la formación de la Santa Liga, atribuyó la victoria a la intercesión de la Virgen invocada en con el rezo del Santo Rosario y agregó a la letanía del título de Auxilio de los Cristianos.
Recordemos
cómo celebraban nuestros mayores la fiesta. Limpiaban la casa y aplicaban con la piñerina que cogían en el campo,
la blanca cal a sus paredes. ¡¡Qué
agradable olor dejaba el laborioso encalado!!
Sacaban
la ropa nueva guardada para ocasiones. Se mandaban confeccionar las prendas que
niños y jóvenes estrenarían en la fiesta.
Pensaban
en qué se iba a guisar en las “cazuelas de Pereruela” o “pirigüela”, colocadas
sobre las trévedes en la lumbre de la chimenea.
Triduo y Vigilia. El domingo misa de asistencia encargada y pagada por un devoto quien hacía un altar
a su puerta. Procesión con el Santísimo bajo palio y acompañado
por los dulzaineros. Parada y bendición en el altar de la puerta.
El segundo día,
misa de Difuntos, visita al cementerio. Esto es una pequeña reseña de los actos
religiosos.
Pero Bercianos, pueblo bailador donde
los haya, gozaba
al son de la música
de l dulzaina y tamboril.
Generalmente eran 3 músicos
contratados por los mozos quienes
para darles de comer, se los llevaban a sus casas (había que
ahorrar).
Música
a todas horas; después de misa, en la plaza. Por la tarde, en el prado hasta el
anochecer.
Los
viejos danzaban haciendo arte del baile, los cantares, las jotas tan rítmicas,
y acompasadas, para satisfacción propia y admiración de otros que, a pesar de
los pesares, las fueron transmitiendo hasta nuestros días. Yo misma soy una entusiasta de la cultura popular y las tradiciones.
Los
niños correteaban alborozados. Eran felices ante el corrito de la tía Ignacia.
Con 10 céntimos de peseta y hasta con 5 céntimos, podían,
podíamos, comprar confites
o cachas o martillos u otras chuches variadas; delicias para los más
pequeños.
Pero
nuestro sabio pueblo, sabe conservar sus tradiciones y a la vez evolucionar al
ritmo marcado por los tiempos, por el mundo que nos rodea, por la vida misma.
Ya no hay que esperar
a recoger la era. Los pueblos se van muriendo. Para octubre pocos
quedamos de los que vivimos fuera.
Ahora, en agosto, venimos casi todos; el pueblo revive; ¡¡Buena idea!! ¡¡buen momento
para celebrar la fiesta!!.
Gracias
a los que de alguna manera hacéis posible, NO SIN ESFUERZO, me consta, la
celebración de la esperada gran fiesta para disfrute y regocijo de todos. Os lo
agradecemos sinceramente. ¡¡Que el entusiasmo no decaiga!!
Ahora permitidme
que exponga mis deseos: Deseo que nuestra fiesta sea hermosa y sana
Deseo que sepamos
mantener grandes miras
Deseo que dejemos de lado los pequeños roces y nos mantengamos unidos en amor y
compañía. (la unión hace la fuerza)
Deseo que
abramos nuestras puertas a familiares y amigos. Deseo que seamos felices.
Deseo un RECUERDO ENTRAÑABLE para todos los que ya no están físicamente
entre nosotros; SÍ tienen lugar preferente en nuestro corazón.
Termino
uniéndome a los versos del poeta:
Veros
aquí reunidos
me causa el mayor
placer.
Siempre en paz y
siempre unidos
os quisiera a todos ver.
Isabel García Sastre.