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A partir de la formación del condado de Benavente, la administración estaba en poder del señor, quien nombraba los corregidores, regidores, escribanos, merinos, etc.

Iglesia de Bercianos de Valverde, vista lateral desde la carreteraEn cada merindad su señoría tiene un merino que es la autoridad suprema y sólo limitada por la del señor conde.

La retribución del merino es probable que procediese del importe de las multas y otros derechos sobre el territorio de la merindad. Los merinos eran semiautónomos por lo que no siempre respetaban los acuerdos del concejo y cometían abusos que originaban quejas del concejo y de los vecinos.

Además de los cargos administrativos citados había escribanos, mayordomos, recaudadores de alcábalas y otros impuestos. Así las alcábalas reales en 1.434 eran sobre el pan, linaza, vino, ganados vivos, pescado seco del mar, pescado de río, paños de color, ropas hechas, lino, miel, cera, aceite,  hilaza e hilados, picotes (tela áspera), pellitería (pieles adobadas), salvajuna (pieles de animales salvajes), zapatería, cueros, madera, aves de caza, fruta, bestias, serón daja (¿frutos tardíos?), sal, lienzos, hierro, leña, especias, heredades, uvas, tocinos, vino viejo.

Los fieles de las rentas municipales vigilaban los pesos, medidas, etc, para que no se cometieran fraudes; serían algo así como la policía municipal.

Las alcábalas eran un impuesto real del diez por ciento del valor de todas las compra-ventas y cambios que se realizaban en el reino de Castilla. En principio se pagaban a partes iguales por el comprador y el vendedor;  pero con el rey Enrique III pasó a ser pagada únicamente por el vendedor. El cobro de las alcábalas como el de otros impuestos era arrendado a personas -recaudadores - pudientes y que presentaban avales de otras; la diferencia entre lo recaudado y el valor de la venta era la ganancia del recaudador. El arriendo de las alcábalas se hacía mediante subasta. En principio fueron cobradas por el concejo, pero más tarde fueron cobradas por el conde. Después de 1.502 el conde Antonio Pimentel y Herrera dejó libres del impuesto la mayor parte de los productos que se llevaban a vender a la villa.

Las gentes de Benavente y su territorio estaban divididas en clases. En lo más alto del estamento social, el conde, dominando sobre la villa y su territorio y que disfrutaba del cobro  de impuestos como martiniegas, yantares, portazgos, presentaciones, escribanías, diezmos, etc. además tenían sus propios dominios, fincas, molinos,... que explotaban directamente y que los sucesivos condes procuraron ir aumentando.Vista panorámica desde la terminación de la calle de la Fragua, al lado del bosque

Al lado del conde se encontraban los caballeros que tenían importantes bienes tanto agrícolas como ganaderos en distintos lugares del territorio benaventano.

Los profesionales como carniceros, sastres, tejedores, herreros, etc.; es decir, artesanos formaban las cofradías o los gremios (calle Herreros, la Sinoga,...)

Por último, en lo más bajo de la escala social se encontraban los obreros del campo, criados, pajes, braceros, collazos, etc. por lo general no son vecinos y viven en casa de los señores.

Nos falta citar a los pobres y algún que otro esclavo.

Mención aparte merecen los eclesiásticos o clero, que gozaban  de grandes riquezas en todo el territorio de Benavente además del arma de la excomunión y el entredicho. Dentro del clero también existían, como ahora, escalones y dignidades: alto clero y bajo, pero estos últimos también gozaban de privilegios.

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